El pasado miércoles 23 pude ver desde mi oficina cómo se comenzaban a conglomerar personas en la famosa “estela de luz” con el motivo de marchar y manifestarse en contra de los medios de comunicación debido a una supuesta (no soy el indicado para asegurarlo o negarlo) manipulación en favor del candidato del tricolor.
Más por curiosidad que por creencia me uní a la manifestación, donde en su mayoría estudiantes cantaban y gritaban frases como: “No somos porros, somos estudiantes”, “Se ve se siente la prole está presente”, “El pueblo informado jamás será callado”, “El que no brinque es Peña”, etc.
Mentiría si no acepto que utilicé la euforia colectiva para gritar y sacar algo de estrés que llevaba acumulando por algunas semanas, pero a la vez aproveché la ocasión, y mi “disfraz”, para analizar un poco el panorama.
Me encontré con personas fumando marihuana en pleno reforma, “estudiantes” con más de 50 años que imponían cánticos enfocados a favor de cierto candidato izquierdista, una quinceañera llorando por que la manifestación arruinó sus fotos en el ángel, un grupo de personas recordando lo sucedido en Atenco siendo coreados por más de 10 mil personas, otro grupo de luz y fuerza del centro buscando un espacio para repetir lo que tanto hemos escuchado.
Logré charlar con muchas de las personas en la manifestación, haciéndome el confundido y preguntando qué era lo que estaba pasando, y no es sorpresa que fueron pocos los que en realidad supieron contestar correctamente o dar un argumento válido del por qué estábamos manifestándonos. No sé si eran acarreados o jóvenes con mucho tiempo libre y sedientos de relajo, pero no es mi papel juzgarlos.
Sin embargo algo es rescatable, ver hombro con hombro marchando a alumnos de la IBERO, del Politécnico, UNAM, etc, coreando al unísono juntos es algo que jamás creí podría ver. Al menos la tolerancia, empatía y respeto estaban presentes sin juzgar niveles económicos. No es la mejor de las situaciones pero por algo se empieza.
Éxito y buena vibra.
